Carta abierta de una vecina de Agua de Oro.
Compartimos la carta abierta que difundió Pao De Senzi, vecina de Agua de Oro y actual propietaria “La Candonguita”, una histórica casa de esta localidad serrana:
“Antes que nada, para evitar el debate sobre el tema, quisiera decir que no estoy en contra del progreso. Más bien soy una militante del mismo. Pero milito el progreso, en favor de la historia.
Nada tiene un nuevo comienzo si no hay una historia que lo contenga, que lo ate a una raíz, que lo apañe. El progreso hoy, en que todo se hace a dedo, a las apuradas para que los votos sumen, a la que te criaste para la foto, es un problema.
El Acueducto de Sierras Chicas, para por la puerta de mi casa. Vivo en Agua de Oro, donde el agua se extrae del Río Chavascate, y es suficiente para abastecer al pueblo, es decir, el acueducto no es para Agua de Oro.
Venía por el trazo de la Ruta E-53, lejos de las casas, aunque cerca de caños locales (muchos rotos por la máquinas), y de repente, giró a la izquierda en sentido a Lozano y entró a la parte más histórica del pueblo.
No sabemos, ni nadie nos dijo, por qué ese giro, aunque intuimos que “es un problema que pase por el centro comercial”, o “sería complicado que las máquinas giren en la ruta, en el centro del pueblo”. Será?
Lo raro es que la calle de mi casa, es más angosta que la ruta cuando pasa por el pueblo, tuvieron que girar en las esquinas varias veces, como hubieran hecho sobre la ruta, y también hay piedra para cavar.…. Pero nadie nos dice por qué no pasa por ahí.
Esta casa, como todas las de la línea de la calle Capisano, Lozano, San Martin y el río, en Agua de Oro, son históricas.
Mi casa tiene más años que el pueblo, y mi terreno linda con el primer edificio de la cooperativa de servicios públicos. Superan los 70 años. Ochenta, o noventa, como el San Leonardo, como el Hotel Agua de Oro, y algunos edificios más.
En la línea de mi cuadra, cada edificio, está hecho en piedra, barro y algunos son de adobe, todavía quedan ese tipo de construcciones en Agua de Oro.
Antes de que la excavadora CAT y su aguja de más de 80 mil kilos se pare frente a mi casa, nadie aviso (seria tarea de la muni, creo) que teníamos que sacar los autos, porque por días no podíamos salir de casa.
Nadie avisó que por esta calle pasa parte del gasoducto Sierras Chicas, y –casi- si un trabajador no se fija en el cañito de ventilación que sale a la altura de mi casa, volamos todos.
Nadie hizo impacto ambiental, o si lo hicieron, según el capataz de la obra, no pueden mostrarlo.
Le preguntaron a los viejos pájaros carpinteros de mis árboles, (los de la calle) si estaban de acuerdo en que su casa vibre y el ruido se torne insoportable como para tener que abandonar el nido?
Mi casa tiembla. El piso tiembla, mi vecino tuvo que hacer la de Tarzán para ir a la panadería a comprar, a una cuadra, y caminar cuatro cuadras hasta el destino, porque tiene bloqueada la puerta de entrada.
La zanja quedó abierta a la noche. Una zanja de siete metros de profundidad. Ustedes saben que a la noche, los pueblos tienen una luz muy tenue para iluminar las calles? Qué pasa si algún distraído se cae a la zanja?
Nunca avisaron de la obra en el pueblo, nunca avisaron del corte de calles, de los autos adentro de las casas, de la gente encerrada, ni avisaron que teníamos que convertirnos en Tarzanes equilibristas para salir de casa, en. el único pueblo donde el trazo del acueducto no pasa por la ruta
Quien salva a la historia del progreso?
Quien salva a los carpinteros del ruido que atormenta su nido?
Así estamos.”