28/7/2025
Alicia Moyano, histórica docente de la Escuela 9 de Julio, estuvo de visita en Agua de Oro. Nacida y criada en El Algodonal, el martes pasado volvió a recorrer los pasillos de aquella escuelita rural en la que enseñó durante 24 años, desde 1957 hasta 1981.
La señorita Alicia —como aún la recuerdan muchos en la zona— forma parte de la historia viva de esta comunidad. Hija de Urbano Moyano y Antonia Serral, y tercera de siete hermanos, inició su carrera docente en la misma escuela a la que había asistido como alumna. En estos días volvió desde Santa Fe, donde reside, para visitar a sus hermanos Rocel, Víctor y Antonia, y participó de una entrevista realizada por los estudiantes de 5° grado, en el marco de un proyecto que busca reconstruir la historia de esta escuela, junto a los docentes Horacio y Coty.
“¡Qué hermosa que está, qué linda, qué grande, cuánto cambió!”, exclamó emocionada al recorrer el edificio. Señalando rincones con la memoria viva, recordó: “Acá estaba la dirección, esta aula sí estaba, acá el baño… Ese mástil se inauguró en el ’57, cuando yo ingresé como docente”.
Los chicos escuchaban en silencio, con atención y asombro, las historias de una escuela que no tenía ni agua ni luz. “Los chicos iban con baldes al arroyo que está al frente a buscar agua, porque no teníamos agua y el molino ya no estaba. Después pusieron un motor cerca del arroyo y así la subíamos”, contó Alicia. Y agregó: “La dirección tenía una mesa y una silla, los bancos eran dobles, y había un tocadiscos de pie, que ya en esa época era una reliquia”.
Las anécdotas también tocaron fibras íntimas: habló de su familia, de la reciente pérdida de su esposo y de uno de sus hijos, del amor por sus hijos y nietos, del paso del tiempo, de los desafíos de enseñar sin recursos, pero con un profundo cariño por la escuela. “Para nosotros la escuela era lo más, lo más querido”, dijo con la voz entrecortada.
El profesor Horacio también compartió la emoción de ver a sus estudiantes conectando con la historia viva del lugar. “Estos chicos y chicas aún juegan inventando con lo que encuentran en el patio”, comentó. Ellos inventaron la “patonave”, construida con objetos en desuso, bajo los frondosos árboles del inmenso patio de tierra que aún conserva la escuela. “Antes, todo esto estaba lleno de piquillines”, recuerda Alicia.
Los y las estudiantes pudieron preguntar, entender, relacionar. Miraron fotos viejas, escucharon anécdotas que nos retrotraen a una forma de enseñar y aprender, pero también a una manera de vivir en este pueblo serrano hace décadas atrás. Imaginaron aquella pequeña escuela, una de las primeras construidas en la zona, sostenida con el esfuerzo y apoyo de toda la comunidad.
La visita de Rocel y Alicia Moyano no fue solo un viaje al pasado, fue también una siembra para el futuro: el encuentro de generaciones unidas por una misma escuela y una misma tierra. Esperamos con ansias la producción final que resulte del valioso trabajo de recuperación de la historia que están llevando adelante los y las estudiantes junto a sus docentes.
