5/6/2025
Este martes 3 de junio, Gio Amor —joven músico y compositor nacido en Córdoba y arraigado en Agua de Oro — lanzó su primer disco solista titulado Con vista al mar, una obra íntima, profunda y luminosa que ya puede escucharse en Spotify. El trabajo reúne siete canciones, seis de autoría propia, y cuenta con la colaboración de artistas y técnicos de Sierras Chicas y Córdoba.
En diálogo con ADON, Gio Amor compartió su recorrido musical y vital, desde sus primeros acordes en Cataluña hasta las melodías que hoy brotan desde su piano en Las Vertientes de La Granja, ese rincón sereno junto a Agua de Oro que también considera su hogar. “Agua de Oro es el lugar donde más años he vivido. Me gusta mucho la paz y la tranquilidad que hay, y la gente que vive alrededor, la gente que he conocido”, dice con una calidez que atraviesa la voz.
SENSIBILIDAD, FORMACIÓN Y TALENTO: LA FÓRMULA DE GIO AMOR
Gio se define como una persona introvertida, sensible, de emociones profundas. “Siempre he tenido una conexión fuerte con mis emociones, de sentirlas mucho, aunque no decirlas tanto. Y la música fue desde chico mi cable a tierra”. Fue en España, tras emigrar con su familia luego de la crisis de 2001, donde comenzó su vínculo con el piano. “Era chico, y recuerdo que escuché una obra de Mozart y les dije a mis viejos: ‘quiero tocar eso’. Ellos me acompañaron mucho en esa decisión”, dice.
De vuelta en Argentina en 2010, y ya instalado en Agua de Oro, Gio se vinculó con profesores locales — Raúl Pandolfi fue su primer profesor en Agua de Oro — y más adelante cursó la licenciatura en Composición en la UNC: “en la Facu aprendí un montón de teoría musical y de composición musical, fueron unos años muy fructíferos para mí”. Allí, entre partituras y armonías, fue puliendo su sensibilidad artística y ampliando la exploración en el mundo sonoro que hoy lo distingue.

DE BANDAS LOCALES AL CAMINO PROPIO
Durante su adolescencia en Agua de Oro, Gio formó “Para Qué Gastarse”, una banda que marcó su primer impulso hacia la composición y la creación de canciones propias. “Fue el puntapié para animarme a cantar y mostrar mi música”, afirma. Más tarde llegó “Microcirco”, su actual grupo con el que también se encuentra terminando un disco.
Pero mientras tanto, Gio Amor siguió explorando en ese universo musical que lo envuelve desde siempre, improvisando en su piano y grabando ideas con su celular. Así nació Con vista al mar, un disco íntimo, con melodías que parecen emerger desde lo más hondo. “Hay canciones que tengo de hace varios años. Surgieron de improvisaciones en mi casa, y luego, gracias a grabarlas, pude retomarlas y convertirlas en obras”, cuenta.
La vida pospandemia provocó cambios profundos en la trayectoria de Gio Amor. Como a tantos jóvenes, la virtualidad obligada, las materias que no lo interpelaban y un contexto emocional complejo lo alejaron de la universidad. La licenciatura en composición —a su juicio, demasiado centrada en lo académico y distante de la música popular que lo apasiona— ya no le resultaba inspiradora.
Así, decidió dar un paso al costado y volcarse de lleno a su música. Comenzó a trabajar en Sayri, una reconocida empresa de Agua de Oro, y encontró en ese equilibrio entre el trabajo y la creación un nuevo camino para desarrollarse como artista. “Por suerte, tengo el privilegio de tener un trabajo que me permite vivir y hacer música en mi tiempo libre, puedo dedicarme a componer y a hacer mi música”, asegura.

UNA OBRA CON EL MAR COMO ESPEJO DEL ALMA
El disco incluye seis canciones propias y una reversión de “Lucha de gigantes” de Nacha Pop, un tema que Gio conoció a través del cine y que lo conmovió profundamente. “Es una canción muy profunda, que me gusta mucho la letra y la música”, explica.
¿Por qué Con vista al mar? Gio explica que el mar es una metáfora de lo inmenso frente a nuestra pequeñez, un símbolo de profundidad y búsqueda interior. “Simboliza encontrarse con uno mismo y con el otro, en lo oscuro y lo bello”, reflexiona.
Aunque en Córdoba no hay mar, ese universo gigante que podemos imaginar invita a sumergirse en las propias profundidades, para explorar el amor, la conexión y el viaje hacia el autoconocimiento. “Hablo mucho, sobre todo en la primera canción, sobre oscurecerse para poder iluminarse, de llegar al fondo de la cuestión, de llegar al fondo del pozo, a lo más profundo para poder volver a resurgir hacia la luz, hacia el sol”, añade, mostrando la sensibilidad que atraviesa todo el disco.
UN DISCO TEJIDO EN COMUNIDAD
Cada canción del álbum lleva el sello de Gio en la composición, y en varias de ellas se suman músicos amigos y vecinos. En “A la vera del remolino”, con impronta folklórica, participan César Elmo en percusión y Félix Scotto en guitarras y coproducción. “Es uno de mis temas favoritos, tiene algo de chacarera, medio malambo”, dice.
En “Quiero estar bien” canta junto a su compañera Ayelén Alcaraz, y lo acompaña su primo, Luciano Amor, con una destacada guitarra criolla. Luego, en “Estrella”, “Inmensidad” y “Con vista al mar”, Gio aparece solo, con su piano. El tema “El tiempo y su flexibilidad” lo comparte con Amadeo Rojo —baterista en sus bandas anteriores— y Julio Rojo, papá de Amadeo, en el bajo. Cada colaboración es una pieza más en esta obra profundamente artesanal, donde la música nace del corazón y se vuelve canción.
El disco fue grabado y producido principalmente en la casa de Gio Amor, con un enfoque artesanal e íntimo que atraviesa todo el disco. “Tuve el privilegio de poder comprarme mis cosas para poder grabar en mi casa”, cuenta. Allí registró voces, guitarras, pianos y otros instrumentos, mientras que la batería se grabó en Estudio Barrock, también en Agua de Oro, y la percusión de “A la vera del remolino” se registró en la casa del músico César Elmo.
La mezcla estuvo a cargo de Héctor Muñoz, compañero de la Facultad de Música, y fue realizada en su casa en Córdoba. La masterización la hizo el reconocido ingeniero Mario Breuer, figura clave del rock argentino, quien actualmente reside en Agua de Oro y colabora activamente con artistas locales. El arte de tapa fue realizado por María Paz Hermosilla.

COMPONER DESDE LO VERDADERO
Gio compone como vive: con honestidad, con pasión, con serenidad, con ese amor por la música y el don de buena gente que heredó de sus padres, Gabi y Hernán. Crea desde esa mezcla de luz y sombra que habita en todo artista sensible. “Me sale primero la música”, dice. “Improviso mucho en el piano, dejo que salga lo que siento, y a veces de eso surgen las canciones”. La formación académica, confiesa, le brindó herramientas técnicas, pero la esencia está en lo vivido, en lo que duele y lo que brilla, en la ternura y la ansiedad, en la belleza de lo simple.
Él asegura que, en su proceso creativo, la música siempre llega primero: a veces improvisa melodías al piano y, en medio del juego armónico, emergen palabras sueltas que encajan con la atmósfera del momento. A partir de esa chispa inicial —una frase, una imagen— construye el resto del texto. Aunque rara vez escribe la letra antes que la música, le da mucho valor a lo que dice: le gusta usar metáforas, buscar profundidad en sus letras, hablar del amor, del autoconocimiento, del aprendizaje personal.
Con Con vista al mar, Gio Amor nos regala un viaje sonoro que nace en las Sierras Chicas pero mira lejos, hacia la inmensidad del alma y del océano interior. Un disco honesto, exquisito y profundamente humano, que merece ser escuchado con el corazón abierto.
